Mujeres y trabajo ¿Somos realmente libres e iguales?
Por Mariela Belleza:
De acuerdo al estudio “Perú brechas de género, 2001-2013: avances
hacia la igualdad entre mujeres y hombres” elaborado por el INEI, ONU
Mujeres y Manuela Ramos, la mujer peruana en promedio trabaja 9 horas 15
minutos más que los hombres. De ellas, el trabajo remunerado es de 36
horas con 27 minutos, el resto, 39 horas con 28 minutos es trabajo
doméstico no remunerado, es decir, de “cuidado” sin ser reconocido ni
valorado social, económico y políticamente. Este hecho tiene como efecto
que las mujeres trabajen menos horas en labores remuneradas o que lo
hagan dentro del mercado laboral informal, por lo que no es casualidad
que ganemos menos y/o con mayor precariedad laboral.
Así, las
mujeres ganan en promedio 30,3% menos que sus pares masculinos, siendo
que en el 2013 en promedio a nivel nacional los hombres percibían
ingreso de S/. 1342.00, mientras que las mujeres percibirían S/. 935.00;
esta situación pone en evidencia una brecha salarial entre mujeres y
hombres ascendiente a S/. 406,2 una de las razones es que nosotras,
básicamente, invertimos más horas en el cuidado de la familia a través
de “trabajo doméstico no remunerado” en comparación que nuestros pares
masculinos. Además esta brecha es persistente en todos los ámbitos
geográficos y niveles educativos.
Sobre este punto es importante
resaltar que la falta de políticas públicas de cuidado genera una
necesidad que es cubierta por las familias y dentro de esas familias por
las mujeres en especial; así, somos nosotras quienes nos encargamos de
cuidar –lo que implica preparar alimentos, lavar, planchar, limpiar,
ordenar y alimentar, entre otras actividades- a los/as niños/as,
ancianos, enfermos y dependientes en general, lo que implica menos
tiempo para dedicarnos a labores remuneradas que nos aseguren igualdad a
través de la independencia económica que, por el modelo de sociedad
–hombre/proveedor, mujer/cuidadora-, no es negado ni limitado para
nuestros pares masculinos. Es necesario para aliviar este aspecto que el
Estado asuma su obligación de cumplir con el derecho humano al cuidado
de todos/as sus ciudadanos/as, a través de servicios públicos educativos
infantiles y espacios de atención para dependientes.
Asimismo, es
necesario que desde las organizaciones sindicales y desde su capacidad
auto regulatoria –tomando en cuento a los convenios colectivos- se
planteen formulas para equilibrar y participar en el cuidado, sin que
ello recargue labores a las mujeres, por ejemplo, planteando salas cunas
para los/as trabajadores/as sin excepción o exigir licencias por
paternidad que equiparen a las licencias otorgadas a las mujeres que son
madres –pre y post natal- para permitir y promover el compartir el
cuidado.
Y porqué es importante en este 1º de mayo –Día
Internacional del Trabajo- plantear la intervención del Estado sobre los
cuidados en un esquema social en donde la mujer a sido considerada
“naturalmente” cuidadora, pues porque ante la falta de políticas de
cuidado somos nosotras quienes nos encargamos de la producción y
reproducción de la mercancía más valiosa dentro del capitalismo: la mano
de obra, y ello lo hacemos “cuidando” sin que esa actividad sea
reconocida económica, política ni socialmente, sin remuneración ni
reconocimiento de beneficios, sin protección y dejándonos
–mayoritariamente- en la precariedad de la informalidad cuando
trabajamos fuera de la casa.
Es de este modo, que el trabajo en el
sector informal –sin derechos ni beneficios laborales y en situación de
precariedad- es ejercido en mayor proporción por mujeres, siendo que el
77,6% de las mujeres trabajan en el sector informal en peores
condiciones que sus pares hombres, pues lo hacen en microempresas y
empresas familiares no remuneradas; asimismo, el servicio doméstico
(segmento con los niveles más bajos de remuneración y protección social)
sigue concentrando al 5,6% de la ocupación femenina. El trabajo en el
sector informal no reconoce derechos laborales como jornada máxima
laboral o derechos a salud o pensiones, tampoco subsidios por maternidad
o enfermedad, es decir, que trabajamos en forma PRECARIA.
Acceder
al sistema de pensiones es tener derecho a una pensión, lo que no se
concibe dentro del trabajo remunerado realizado en el sector informal,
siendo que en la actualidad, de cada 100 mujeres que trabajan el 28%
accede a este beneficio y en las áreas rurales sólo el 4,7% de mujeres
que trabajan está afiliado a un sistema de pensión; en el caso de los
hombres este porcentaje sube a 40,5%. Es decir, seremos más mujeres que
hombres sin pensión en la vejez condenadas a la mendicidad, al abandono,
aunque hayamos trabajado toda nuestra vida reproduciendo eso que es tan
necesario para el sistema económico capitalista: mano de obra, que se
gesta a partir del cuidado, aunque el Perú no tiene políticas públicas
de cuidado infantil ni para dependientes que faciliten la autonomía
económica de las mujeres ni el acceso a empleo digno con derechos.
El
bienestar de una persona no depende sólo de su ingreso o consumo, sino
de su libertad y autonomía para usar el tiempo, así como, del cuidado
que le permite desarrollarse como un/a ciudadano/a e incorporarse al
mercado laboral, en ello somos las mujeres quienes hemos venido
asumiendo el trabajo no remunerado de reproducción; así, el incremento
en el mercado laboral de las mujeres peruanas no ha tenido su par en el
aumento del tiempo dedicado por los hombres peruanos en el cuidado de
los miembros de la familia, lo que ha significado una mayor carga para
nosotras y menores condiciones sobre las cuales desarrollarnos
laboralmente, sobre ello cabría preguntarnos, ¿y si paramos? ¿y si nos
declaramos en “huelga de cuidados”, cuánto se parará de producir en el
Perú, cuánto retrocederá la economía, cuánto depende de nosotras el
sistema?
Así, debo terminar confesando que sueño con que la
federación sindical más grande y articulada del Perú que, además
pertenece a uno de los sectores económicos y productivos más
masculinizados, como lo es construcción, plantee en su pliego de
reclamos una cláusula negocial que determina “Licencia por Paternidad
remunerada al 100% y cubierta por el empleador en su totalidad de 90
días calendarios que empiece al termino de la licencia post y pre natal
de la madre –en caso tenga derecho a la misma-, así como, protección
contra el despido durante la duración de la misma”…quizá en ese momento,
la apuesta por la igualdad entre mujeres y hombres sea una realidad.
Por eso y más, este 1º de Mayo en el Día Internacional del Trabajo, las mujeres exigimos:
-
Igualdad y universalidad de licencias para maternidad y
paternidad, los/as hijos/as son tan tuyos como míos y su cuidado debe
ser compartido.
- Servicios públicos universales para el
cuidado infantil y de dependientes, porque el cuidado es un derecho de
los/as ciudadanos/as y un deber del Estado.
- Promoción
efectiva y activa de la igualdad y compartir el cuidado entre
trabajadores y trabajadoras desde las organizaciones sindicales a través
de convenios colectivos que incluyan reinvindicaciones como permisos de
paternidad equiparables a los de maternidad, salas cunas y permisos
para cuidado de dependientes en igualdad de condiciones para los y las
trabajadores y trabajadoras.
- Reformular el sistema
pensionario y de salud para que nos incluya en igualdad a todos y todas,
con participación del Estado y sin que el elevado costo de aportación
sea una traba.
- Eliminar brechas salariales con
intervención del Estado y de las organizaciones sindicales porque “a
trabajo de igual valor, igual remuneración”.
[1] Información
basada en “Perú brechas de género, 2001-2013: avances hacia la igualdad
entre mujeres y hombres” elaborado por el INEI, ONU Mujeres y Manuela
Ramos.
0 comentarios:
Publicar un comentario